¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.
Borges, El mar
Madre de Cartago, devuelvo el remo.
Verso pronunciado por los
marineros fenicios en la hora
de su muerte.
Borges llega al mar,
todo es sonido
y viento,
no sabe dónde está,
trata de ver:
un espejo trizado el horizonte
que se va rehaciendo,
lo comprende —ya hay colores sonando—,
sabe que va a morir,
para esto he vivido
—dice—,
este es el momento.
Borges ante el mar;
frente a frente
ola y hombre.
Borges recita el mar al golpe de su sangre,
el mar contiene a Borges y lo aguarda,
es un toro retándolo. La muerte
abre una puerta al fondo, cruje el aire,
hay astillas cayendo, ¿o es luz?
Contra las piedras
se lanza el mar para buscar a Borges,
el agua borra huellas,
resopla como un toro el mar espuma,
Borges, de pie, quieto en la orilla, aguarda su respuesta.
El salitre se mezcla con las venas,
en la orilla la luz incendia el aire,
sabe que el mar es él, lo ha comprendido,
al fondo, sobre las peñas,
arden libros
y el mundo es una hoguera.
El mar se aleja solo,
¿dónde está Borges,
que quedó de él sobre la arena?
El mar se aleja bramando,
es un toro y el aire: su pradera,
un asta como un río
me aguarda en cada vena.
(David Rey Fernández)
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