<<[...] Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos>>.

Gabriel Celaya

jueves, 5 de noviembre de 2020

Entrevista en "Onda Regional de Murcia" y en "La Opinión de Murcia"

 

   Os dejo aquí una entrevista que me hiceron en "Onda Regional de Murcia", en torno a mi nuevo libro de poesía "Los contornos ardientes de la tierra" (Ed. Gollarín). 
 
(Para escuchar el audio sin cortes es mejor descargarlo)
 
 
Aquí las transcripción de la entrevista en "La Opinión de Murcia":

 

 

lunes, 27 de julio de 2020

“Luz, más luz”, crítica de Vicente Araguas de "Los contornos ardientes de la tierra", en La Región



   Vicente Araguas habla de mi nuevo libro de poesía “Los contornos ardientes de la tierra” en La Región: https://www.laregion.es/articulo/la-revista/luz-mas-luz/20200724125602962313.html


   Aquí tenéis también la traducción al español de la crítica:

 
   Luz, más luz


   David Rey es un poeta de muchos estallidos, que es necesario leer con prisa lenta. Su obra es poesía pura mas humanísima. “Los contornos ardientes de la tierra” viene cargada de luz, de reconstrucción de los orígenes.


    Tenemos en Galicia un poeta, en español o castellano, que de las dos maneras puede decirse, en este caso, de muchas explosiones. De cohetes, como aquellos del cohetero Millarengo, de Neda, a un paso de Ferrol, de donde es este poeta, proyectados hacia el cielo más limpio. Un poeta que se llama David Rey Fernández, nacido en 1985, quien con apenas dos libros publicados, el primero, “Las alas de una alondra madrugando”, Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, el segundo, el que hoy me ocupa, demuestra que el poético es un oficio lentísimo si de verdad acreditas en él. El narrativo, también, si te llamas Juan Rulfo.


    Así las cosas vengo de leer fascinado la segunda entrega de Rey, Premio de Poesía Mística San Juan de la Cruz. O sea que Rey Fernández disparo que lanza blanco que alcanza. Lo que quiere decir lo justo.


    Esta entrega viene cargada de luz, de reconstrucción de los orígenes, de hombre tan enclavado en el paisaje que él mismo se hace fluvial cuando se trata del Eume, u oceánico, cuando entra en materia el Atlántico. Pero estas referencias, culturales, de un culturalismo con cultura, lástima si no fuera así, hay otra referida a un asceta, Fray Luis de León, no detienen un viaje interior, tamizado –eso sí— por la exterioridad en la que se vierte un poeta que pide llenar de flores las aceras. Muy grande este poeta que se nutre de luz, que llena la boca y la mano de luminosidad, en el que yo percibo huellas remotas de Dylan Thomas, Pablo Neruda o Claudio Rodríguez. Remotas o vecinas, que en poesía de puro saberse todo nunca se sabe. Se sube, en cambio, cuando el poeta tiene ese don de la ascensionalidad. Poesía del conocimiento, pues, aunque servida, en bandeja de plata antigua, de esa experiencia que otorga el vivir. Y hace de su arte, aquel “mestiere” de Pavese destrozado en el Hotel Roma, poesía pura. Tan denostada por la persona con anteojeras.


    Poesía pura mas humanísima. Porque aquí tan solo hay un hombre que puede decir, cual el maestro de Fontiveros, “voy de vuelo”. Ajeno a todo cuanto no sea su vocación e instinto literarios. Un poeta de muchos estallidos que es preciso leer con la presa lenta, “festina gafa”, de la poesía cierta. La que ejerce David Rey Fernández, abogado en ejercicio en Ferrol (Coruña), pero —en realidad— otra cosa. Mucho más alta.


(Vicente Araguas, La Región, viernes 24 de julio de 2020)

lunes, 6 de julio de 2020