Vicente Araguas habla de mi nuevo libro
de poesía “Los contornos ardientes de la tierra” en La Región: https://www.laregion.es/articulo/la-revista/luz-mas-luz/20200724125602962313.html
Aquí tenéis también la traducción al
español de la crítica:
Luz, más luz
David Rey es un poeta de muchos
estallidos, que es necesario leer con prisa lenta. Su obra es poesía
pura mas humanísima. “Los contornos ardientes de la tierra”
viene cargada de luz, de reconstrucción de los orígenes.
Tenemos en Galicia un poeta, en
español o castellano, que de las dos maneras puede decirse, en este
caso, de muchas explosiones. De cohetes, como aquellos del cohetero
Millarengo, de Neda, a un paso de Ferrol, de donde es este poeta,
proyectados hacia el cielo más limpio. Un poeta que se llama David
Rey Fernández, nacido en 1985, quien con apenas dos libros
publicados, el primero, “Las alas de una alondra madrugando”,
Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, el segundo, el que hoy me
ocupa, demuestra que el poético es un oficio lentísimo si de verdad acreditas en él. El narrativo, también, si te llamas Juan
Rulfo.
Así las cosas vengo de leer fascinado
la segunda entrega de Rey, Premio de Poesía Mística San Juan de la
Cruz. O sea que Rey Fernández disparo que lanza blanco que alcanza.
Lo que quiere decir lo justo.
Esta entrega viene cargada de luz, de
reconstrucción de los orígenes, de hombre tan enclavado en el
paisaje que él mismo se hace fluvial cuando se trata del Eume, u
oceánico, cuando entra en materia el Atlántico. Pero estas
referencias, culturales, de un culturalismo con cultura, lástima si
no fuera así, hay otra referida a un asceta, Fray Luis de León,
no detienen un viaje interior, tamizado –eso sí— por la
exterioridad en la que se vierte un poeta que pide llenar de flores
las aceras. Muy grande este poeta que se nutre de luz, que llena la
boca y la mano de luminosidad, en el que yo percibo huellas remotas
de Dylan Thomas, Pablo Neruda o Claudio Rodríguez. Remotas o
vecinas, que en poesía de puro saberse todo nunca se sabe. Se sube,
en cambio, cuando el poeta tiene ese don de la ascensionalidad.
Poesía del conocimiento, pues, aunque servida, en bandeja de plata
antigua, de esa experiencia que otorga el vivir. Y hace de su arte,
aquel “mestiere” de Pavese destrozado en el Hotel Roma, poesía
pura. Tan denostada por la persona con anteojeras.
Poesía pura mas humanísima. Porque
aquí tan solo hay un hombre que puede decir, cual el maestro de
Fontiveros, “voy de vuelo”. Ajeno a todo cuanto no sea su
vocación e instinto literarios. Un poeta de muchos estallidos que
es preciso leer con la presa lenta, “festina gafa”, de la poesía
cierta. La que ejerce David Rey Fernández, abogado en ejercicio en
Ferrol (Coruña), pero —en realidad— otra cosa. Mucho más alta.
(Vicente Araguas, La Región, viernes 24
de julio de 2020)
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